El otro día me enteré de que Walt Disney nunca fue congelado. Fue una noticia impactante para mí. La idea -de que un gran creador como él hubiera hecho tal excéntrica maniobra encargando que lo congelaran después de fallecer- me parecía algo impactante a la par que excitante. Pero la verdad, a menudo, es amarga y decepcionante. Walt Disney murió el 15 de Agosto de 1966 en Burbank, CA. Y, muy lejos de entrar en la sección de congelados, fue incinerado.
Esas cenizas hubo un día en que juntas compusieron a un hombre emprendedor, valiente e inteligente que impulsó una de las iniciativas más revolucionarias del mundo del espectáculo. Disney fue, durante mucho tiempo, la fábrica de ideas más importante del mundo. Durante gran parte del siglo XX maravilló a padres y a hijos con sus historias, ya fueran originales o no. Bien es cierto que gran parte de las películas de Disney son historias tomadas de otros grandes novelistas. Historias tradicionales de los hermanos Grimm, de Hans Christian Andersen u otros. La Cenicienta (Hermanos Grimm), Hércules (mitología griega), La Sirenita (Hans Christian Andersen), La Bella y La Bestia (Suzanne de Villeneuve) o La Bella Durmiente (Giambattista Basile) son un claro ejemplo. También El Rey León, historia adaptada directamente de Hamlet de William Shakespeare; El Jorobado de Notre Dame (Victor Hugo) y Aladdín (historia tradicional de las 1001 noches).
Disney cogía historias ya contadas antes para crear su propio universo cinematográfico. Lo que algunos pueden pensar que fue un copiar-pegar fue un trabajo realmente revolucionario. Nadie podía ni sabía hacerlo mejor. Nadie tenía la capacidad de adaptar un cuento de los Hermanos Grimm como lo hacía Disney. Dibujar a centenares de personajes, dotarlos de una expresividad única y hacer que el público empatizara con ellos fue una dura tarea que consiguieron bordar en múltiples ocasiones. Ese es el verdadero mérito de la empresa.
En 1937 Walt Disney Pictures lanzó “Blancanieves y Los Siete Enanitos”, el primer largometraje de animación de la historia; el cual maravilló al mundo y cambió, para siempre, la historia del cine. La siguieron otros clásicos como Pinocho (1940), Fantasía (1940) o Dumbo (1942). La empresa del joven Walt creció y se convirtió en la productora de animación de referencia mundial. Los únicos que podían acercarse eran los Warner Brothers con sus “Looney TOONS”, aún así quedaban muy lejos.
La muerte de Walt Disney llegó justo antes del lanzamiento de El Libro de la Selva (1967) y, con ella, llegó una dura crisis para los estudios. El bache fue muy largo y no acabó de paliarse hasta los años 90; cuando bajo la batuta de Alan Menken y John Musker, entre otros, Disney sacó una hornada de películas cuidadosa y perfectamente creadas para deleitar al público con su ternura narrativa y musical. La Sirenita, Aladdín y la Bella y La Bestia fueron la consagración definitiva de Walt Disney Pictures en Hollywood. Fue el escalón definitivo que debían subir para convertirse en el imperio que representan hoy en día. Tanto fue así que, después de la nominación de “La Bella y La Bestia” a Mejor Película, la Academia del Cine Norteamericano creó una nueva categoría en los “Oscars”. La de “Mejor Película de Animación”. Parecía que la academia no se podía permitir que una película de animación le mojara la oreja a la bien instaurada industria de Hollywood.
Como la mayoría de revoluciones, la de Disney no duró para siempre y acabó asentándose. Después de haberse consolidado se inició la fase de expansión del imperio, comprando otras grandes corporaciones como Pixar en 2006, Marvel en 2009, Lucasfilm, o recientemente la Fox. Ahora mismo Disney es la empresa de comunicaciones y entretenimiento más grande del mundo, la que más recursos y potencial tiene para crear historias de calidad, como siempre habían hecho.
Y digo que la revolución de Disney se ha asentado por qué el trabajo que realiza ahora no se parece en nada al que hacía antes. O quizás se parece demasiado. Los famosos remakes. Remake, remake, remake, remake y más remake. ¿Qué pasa? ¿Se les han acabado los cuentos de los hermanos Grimm? ¿Por qué no hacen algo original? Incluso las dos últimas películas originales que han tenido más éxito (Frozen y Wreck It Ralph) las han querido alargar haciendo una segunda parte. ¿Vosotros sabéis la de material original que podrían estar ofreciéndonos? Y en vez de eso, en vez de brindarnos nuevas historias nos vienen cada año con un par o tres de películas que ya se han hecho antes. Aladdín, El Libro de la Selva, El Rey León, Alicia en el país de las Maravillas, La Bella y La Bestia o Dumbo. Todas estas son películas que ya hemos visto. Las tenemos “repes”. Como un niño que colecciona cromos, yo no quiero tener cromos repetidos, yo quiero ampliar mi colección.
El rumbo que está tomando Disney, muy a mi pesar, creo que es decepcionante. Disney puede hacer lo que quiera. Si quisiera podría contratar a cien guionistas para que les entregaran historias originales cada día. Este año 2019 han sacado gran provecho de los filmes que, bajo su “tutela” se han estrenado. Capitana Marvel, Endgame, Aladdín, El Rey León, Spider-Man Lejos de Casa y Toy Story 4. A día de hoy, excepto Aladdín, todas superan los mil millones de dólares en taquilla. Calculando que aún faltan por estrenarse Frozen 2 y Star Wars Episodio IX, a Disney se le augura un fin de año con unas cifras estratosféricas.
Sin embargo y a pesar de su gran poder, tanto de creación como de difusión, Disney se encuentra ahora inmerso en la recreación de sus principales obras en versión Live Action o en CGI. Algo que parecía sumamente atractivo en sus inicios pero que nos ciega todo espíritu crítico y busca el taquillazo fácil. Me gustaría decir que a pesar de la dura crítica que mando al actual proyecto de Disney, soy el primero que acude a cada cita y el primer hooligan de los Live Actions de Disney. Bueno, tanto no. Pero me gustan. La única pena que me corroe por dentro es el estarme perdiendo infinidad de contenido original. Imagino que tardaremos un tiempo en ver de nuevo alguna cinta de Disney original de gran nivel, porque los remakes, desgraciadamente están funcionando. Esperemos que no sea mucho tiempo.
A Walt Disney tal vez no lo congelaran. Pero quizás las ideas de Disney Studios sí que las han guardado en el frigorífico. Al menos hasta que aguanten los remakes. Dios nos tenga en su gloria.