¿Se puede escribir un reportaje sobre alguien que ha estado diez días a la deriva en una balsa por el mar? ¿Se puede llenar semejante número de páginas con las vivencias de un náufrago? Gabriel García Márquez consigue hacerlo mediante su entretenido estilo prosaico y su cautivadora forma de relatar unos hechos que, de haber sido escritos por otro, serían mera morralla. Un náufrago acompañado de una balsa, un reloj, dos remos, dos duros zapatos, una camisa, un pantalón y, en ocasiones, de algún visitante habitual como los tiburones y las gaviotas. Un náufrago que nos atrapa y nos cuenta su historia a través de las palabras de García Márquez.
El amplio reportaje, convertido en libro a posteriori, relata los hechos que le suceden a Luis Alejandro Velasco, un miembro de la Marina Colombiana que cayó de la nave dónde se hallaba, el destructor Caldas, y quedó extraviado en medio del Caribe. La embarcación, que salió del puerto de Mobile, en Estados Unidos, se topó con una fuerte tempestad en su viaje hacia Cartagena de Indias, cuyas consecuencias fueron muy graves para más de uno. En esa desafortunada tormenta el marinero Luis Alejandro Velasco fue empujado por una ola que lo arrancó del barco y lo dejó perdido en la inmensidad del mar durante diez días. En medio de su lucha entre la vida y la muerte podemos ver como también se abren paso numerosas reflexiones del superviviente; se para a apreciar la belleza del paisaje que lo envuelve, piensa sobre el sentido de la existencia, recuerda sus días en Mobile con Mary Address y nos relata sus penas y su padecer físico de una manera muy fría y científica. Todo esto enriquece enormemente al relato, dándole menos peso al sufrimiento y al dolor que padece el náufrago, algo que es muy obvio que sucede pero que no hace falta contar. Cuando al fin el marinero llegó a tierra, rápidamente se convierte en un héroe sin saber muy bien porqué. La gente lo seguía de pueblo en pueblo y lo idolatraba. Él, mientras tanto, se aprovechó de la oportunidad para enriquecerse a base de campañas publicitarias. Pero aún así, nunca entendió el hecho de que la gente lo aplaudiera. Lo único que hizo fue no morir durante diez días.
En la elaboración este relato fue tan importante la memória del náufrago como el periodista que lo escribió, ambos comparten el rol de protagonista de esta historia. Entre los dos recrearon minuto a minuto los hechos que sucedieron en los días del naufragio. Antes de leerlo resulta difícil que la historia de un hombre en una balsa durante diez días te pueda producir tanta intriga y te cautive de la manera que lo hace. Lo cierto es que Márquez crea un relato extraordinario, que nos aleja del sentimentalismo que pueda producir alguien que está luchando por su vida. Nos narra la historia del marinero con una serie de matices que hacen que te pierdas en esa realidad y te sumerjas en una ficción.
Por momentos, el lector se olvida de estar leyendo un reportaje periodístico y cree estar navegando entre las páginas de una novela de aventuras y suspense. A parte de otros tantos aspectos, este es uno de los más destacables en cuanto al trabajo de Gabriel García Márquez. Además de la complicada faena que supone narrar los hechos minuto a minuto, se le añade el hecho de que García Márquez rompe los esquemas de este género periodístico para darnos un baño de realidad más intenso de lo que nos ofrecen los reportajes convencionales. El periodista redacta la historia en primera persona, como si el cuento nos lo contara el náufrago mismo. De esta manera consigue que el lector conecte mucho más con el personaje en cuestión, que sienta y entienda lo que padece el náufrago.